"Poderoso" chocolate
Olmecas y mayas fueron, al parecer, los primeros que cultivaron el árbol del cacao. Para los mayas el árbol pertenecía a los dioses y sus vainas eran un regalo que ésos hacían a los hombres, símbolo de vida y fertilidad; elaboraban con las semillas de cacao un brebaje amargo, perfumado con diversas especias como el chile picante, el clavo y la canela destinado al consumo exclusivo de reyes y miembros de la nobleza. Los hechiceros prescribían el consumo de cacao tanto como estimulante, como por sus efectos calmantes; los guerreros lo tomaban como una bebida reconstituyente, y la manteca de cacao era usada como ungüento para curar heridas.
Tras la caída del imperio maya, los toltecas, y más tarde los aztecas, se instalaron en su territorio. La sociedad azteca atribuyó al chocolate cualidades místicas (su nombre botánico Theobroma cacao, significa en griego "alimento de los dioses") y también medicinales ya que eliminaba el cansancio, estimulaba las capacidades psíquicas y mentales y era una fuente de sabiduría espiritual, energía corporal y potencia sexual. Entre otras “medicinas” elaboraban una poción que servía para curar la diarrea mezclando el cacao con el polvo de los huesos machacados de sus antepasados.
Hernán Cortés relató como Moctezuma bebía con asiduidad un raro néctar que los aztecas denominaban xocalt (agua amarga), elaborado a base de cacao, maíz triturado, especias y agua: “esta bebida le hace a uno más fuerte y resistente a la fatiga". También su fruto era usado como moneda de intercambio comercial y en una misiva dirigida a Carlos I decía: "es un fruto como de almendras que venden molida y tiénenla en tanto que se trata por moneda en toda la tierra y con ella se compran todas las cosas necesarias". Los colonos españoles fueron conscientes de las virtudes curativas del cacao, así, un viajero de la época relata: “Con estos granos elaboran una especie de pasta que según ellos es buena para el estomago y contra el catarro”.
En el siglo XVII, gran número de botánicos y médicos reconocía los efectos beneficiosos del chocolate. Los científicos del siglo XVIII no fueron menos y en 1702, Louis Lemery, en su Tratado de los Alimentos, manifestó a propósito del chocolate: "Sus propiedades estimulantes son propicias a incrementar los ardores de Venus”; el magistrado y gastrónomo Brillat-Savarin, escribe en “Physiologie du Gout”: “El chocolate, cuando ha sido cuidadosamente preparado, es un alimento completo y agradable... muy apropiado para quien realiza un gran esfuerzo mental, predicadores, abogados, y sobre todo viajeros... se aposenta bien en los mas débiles estómagos, es beneficioso en enfermedades crónicas y constituye el último recurso en las dolencias del piloro”. Otro médico francés le consideró un buen antídoto contra los corazones rotos: “quienes tienen mal de amores y sufren de la más universal de las dolencias galantes, tendrán en el chocolate el más agradable de los consuelos”.
Está científicamente demostrado que es rico en flavonoides lo que facilita una buena circulación sanguínea; que favorece el intercambio de serotonina, que mejora la tensión arterial... Según un estudio publicado en la revista Heart, un pequeño trozo de chocolate negro puede aumentar de manera considerable el consumo de antioxidantes y neutralizar el endurecimiento de las arterias. Con estos datos, cada uno que decida si lo toma, o no, como alimento habitual.
En el siglo XVII, gran número de botánicos y médicos reconocía los efectos beneficiosos del chocolate. Los científicos del siglo XVIII no fueron menos y en 1702, Louis Lemery, en su Tratado de los Alimentos, manifestó a propósito del chocolate: "Sus propiedades estimulantes son propicias a incrementar los ardores de Venus”; el magistrado y gastrónomo Brillat-Savarin, escribe en “Physiologie du Gout”: “El chocolate, cuando ha sido cuidadosamente preparado, es un alimento completo y agradable... muy apropiado para quien realiza un gran esfuerzo mental, predicadores, abogados, y sobre todo viajeros... se aposenta bien en los mas débiles estómagos, es beneficioso en enfermedades crónicas y constituye el último recurso en las dolencias del piloro”. Otro médico francés le consideró un buen antídoto contra los corazones rotos: “quienes tienen mal de amores y sufren de la más universal de las dolencias galantes, tendrán en el chocolate el más agradable de los consuelos”.
Está científicamente demostrado que es rico en flavonoides lo que facilita una buena circulación sanguínea; que favorece el intercambio de serotonina, que mejora la tensión arterial... Según un estudio publicado en la revista Heart, un pequeño trozo de chocolate negro puede aumentar de manera considerable el consumo de antioxidantes y neutralizar el endurecimiento de las arterias. Con estos datos, cada uno que decida si lo toma, o no, como alimento habitual.
Fotografía: Theobroma cacao
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