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domingo, mayo 28, 2006

Vida y muerte

El debate social sobre el trato que deben recibir los enfermos terminales o con enfermedades degenerativas irreversibles que manifiestan su deseo de morir, lleva abierto muchos años en las sociedades occidentales. Es sin duda también un debate en el que se ponen de manifiesto las diferentes convicciones sobre el sentido de la vida y la muerte presentes en nuestra sociedad. Observamos como el temor a un sufrimiento insoportable, u otra casuística personal, pesa a veces más que el miedo a la propia muerte y se plantea la posibilidad de que, en determinadas circunstancias, se considere legítimo poner fin a la vida por decisión propia. Debemos admitir que puede haber personas que no quieran vivir conscientes su muerte; personas conscientes y capaces que rechacen determinados tratamientos, aún sabiendo que ello puede producir su muerte, –que no quieran prolongar su vida -; y personas que además, deseen que se les ayude a morir. La sociedad, la familia, tenemos mucho que aprender en el respeto a las decisiones de los enfermos, acerca de la necesidad de respetar los principios de autonomía y libertad de cada uno de nosotros y acerca también, del respeto a la dignidad de las personas. Abordar este tema con seriedad es una asignatura pendiente en nuestro país.
Pero lo previo a considerar, puede que sea el asumir que nuestra cultura tiene una relación ambivalente con la muerte: de un lado el cine, la televisión, los videojuegos, etc ...nos presentan la muerte de ficción convertida en algo trivial; por otro lado se considera la muerte real como algo indeseable, una palabra que no sólo no debe ser pronunciada, sino que debe ser ocultada, sobre todo a los niños. Pero la muerte forma parte de la vida, es algo inherente a la condición humana y “tenemos aprender a hablar de ella con libertad”. Deberíamos hablar de ella con normalidad en las escuelas, en los medios de comunicación, en las familias..., pero no hemos aprendido a hacerlo. Quizás nosotros tengamos que empezar por ahí.
Munch: El grito