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miércoles, mayo 24, 2006

Cayucos. Pateras

Llegan a oleadas cada día. Los demógrafos nos dicen que “durante la próxima década, unos cinco millones de subsaharianos intentarán entrar en Europa desde la zona del Sahara”. Es un fenómeno migratorio diferente al de hace uno o dos siglos; incluso hay quién lo ha denominado “marcha negra”.
Salen de sus países de origen buscando trabajo, un medio para cambiar y mejorar sus vidas. No es que no traten de mejorar a la vez la calidad de vida de los que se quedan, pero el retorno no es el objetivo; el verdadero objetivo es el reagrupamiento familiar, fijando su residencia, echando raíces, en el país que les acoge. Es una migración económica y su viaje, es un viaje sólo de ida.
Nuestra sociedad se está transformando, tiene un nuevo rostro, multirracial, pluricultural. Como dijo José Chamizo la inmigración “es la gran revolución del siglo XXI”; la cuestión es de qué manera los estados acogen estos flujos migratorios y qué medidas adoptan para evitar la exclusión, la creación de guetos, los prejuicios, la xenofobia, el rechazo, las tensiones y conflictos sociales e interétnicos en los que puede desembocar. La pregunta sin contestar con claridad es, qué política de migración se va a seguir (la Comisión Europea no ha adoptado una política común en materia de migraciones - tiene de plazo hasta el 2010- ), cómo se va a trabajar para lograr una integración educativa, social, laboral, cultural, etc…de los que llegan, y qué tipo de medidas –incrementar las ayudas al desarrollo en los países de origen, como parece se plantea el G5, por ejemplo-, se van a arbitrar para mejorar las condiciones de vida (sociales, culturales, políticas y económicas) en los países de los que proceden. Mientras tanto, en los centros, por supuesto, seguiremos trabajando.
Fotografía: AFP