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sábado, julio 01, 2006

Discapacidad y educación postobligatoria

Alba lleva varios días siendo noticia en los medios de comunicación. Estudiante brillante se presentó en Madrid a la prueba de selectividad en la que obtuvo una nota de 7,3 por lo que, con la nota bachillerato, tiene un 8,62 de media. Quiere estudiar Filología Árabe en la Complutense que está a unos 20 kilómetros de donde reside. Es una más de los miles de estudiantes que se han presentado este año a la selectividad, pero su caso ha llamado poderosamente la atención: Alba padece distrofia muscular y desde los 12 años, ahora tiene 17, está en una silla de ruedas; no mueve las piernas y tiene escasa movilidad en los brazos aunque utiliza bien sus manos. El transporte público no cuenta con las adaptaciones necesarias para que ella pueda usarlo en sus desplazamientos, la única solución viable parecía un taxi adaptado; el coste aproximadamente 80 euros diarios, imposibles de asumir para ella y su familia.
Con casi toda certeza su caso se resolverá y con ayuda del CERMI (Comité Español de Representantes de Minusválidos) es probable que pueda vivir entre semana en un colegio mayor adaptado, a coste cero debido a un convenio firmado entre la Comunidad de Madrid y la Fundación ONCE. Un programa piloto de la Consejería de Familia y Servicios Sociales de esa Comunidad, que comenzará el próximo curso, le proporcionará un asistente 24 horas al día. En la Universidad también dispondrá de ayuda. Así, podrá cubrir con sus ingresos los gastos de desplazamiento a la facultad y los de los fines de semana.
Todos nos alegraremos si eso es posible, pero la realidad es, como dice Luís Cayo, secretario general de CERMI , que el caso de Alba "representa el fracaso estructural del sistema".Los alumnos con discapacidad tienen muchas dificultades para continuar estudiando al finalizar la enseñanza obligatoria, en la que tienen asegurados los medios de escolarización, y no siempre las ayudas parciales de que pueden disponer son suficientes para cubrir sus necesidades reales.
Según datos presentados en el "Primer Congreso de Universidad y Discapacidad" el número de alumnos con discapacidad matriculados en la Universidad se sitúa en torno a 7.000-7.500. De ellos 4.500-5.000 asisten a clase, el resto, unos 2.500 estudian a distancia, vía UNED. Pero Alba no quiere y declara en el periódico El País: "Quiero ir a clase, hacer vida universitaria”. Está en su derecho.
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