Todos nuestros santos

El 1 de Noviembre, festividad de Todos los Santos, 40 días después del equinoccio de otoño, se ha asociado tradicionalmente al fin del buen tiempo y representa la preparación para el invierno, momento en el que la naturaleza entra en letargo, en una especie de muerte aparente, época de frío y oscuridad; los dichos populares son reflejo de este hecho, valga de ejemplo el siguiente: "el día de Todos los Santos, guarda el abanico y saca los guantes" . En algunas zonas de España, especialmente en la cuenca mediterránea ha marcado el final del año agrícola, cerrando la época de las cosechas.
Según escribe Dolors Llopart en su libro El origen de la fiesta de todos los Santos, "las fiestas de Todos los Santos y Difuntos son, en sus raíces, fiestas otoñales que nos anuncian la inminente proximidad del invierno. La tierra, símbolo femenino, aparece yerma en esta época del año, cubierta de rastrojos, después de la tala o la siega hechas en julio o en agosto, pero después de recibir la semilla, símbolo masculino, esta tierra se torna en esperanza de continuidad de la vida para todos los humanos. Estas fiestas representan, en cierta manera, un momento de acuerdo o de reencuentro entre el mundo de los muertos, simbolizados en el mundo real por la tierra yerma, y el mundo de los vivos, simbolizados por las semillas que se sembrarán y que harán posible la vida en el futuro".
Según escribe Dolors Llopart en su libro El origen de la fiesta de todos los Santos, "las fiestas de Todos los Santos y Difuntos son, en sus raíces, fiestas otoñales que nos anuncian la inminente proximidad del invierno. La tierra, símbolo femenino, aparece yerma en esta época del año, cubierta de rastrojos, después de la tala o la siega hechas en julio o en agosto, pero después de recibir la semilla, símbolo masculino, esta tierra se torna en esperanza de continuidad de la vida para todos los humanos. Estas fiestas representan, en cierta manera, un momento de acuerdo o de reencuentro entre el mundo de los muertos, simbolizados en el mundo real por la tierra yerma, y el mundo de los vivos, simbolizados por las semillas que se sembrarán y que harán posible la vida en el futuro".
Más allá de las fiestas instituidas, cada uno de nosotros sabe como y cuando recuerda a aquellos que se fueron. La tesis de José Saramago "Nuestra única defensa contra la muerte es el amor" es quizás una de las más sabias y elocuentes, a mi juicio.
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