¿Qué o quién era Procusto?
Procusto, según la mitología griega, era un posadero residente en Eleusis que hacía que sus huéspedes se acostasen sobre un lecho de hierro. Si aquel era más largo que la cama le serraba las piernas; si era más bajo se las estiraba mediante el potro hasta que coincidiesen. Murió una vez que Teseo le capturó y le aplicó el mismo procedimiento que él utilizaba: le cortó la cabeza y las piernas ya que su cuerpo no cabía en la cama de hierro.
Hay quien cuenta que en realidad lo que sucedió es que cuando se implantó la democracia en Atenas, el Areópago encargó a Procusto investigar, mediante instrumentos psicométricos y fisiométricos, la posible desigualdad de los atenienses. Para llevar a cabo su investigación construyó como instrumento de medida el famoso lecho, al que adaptó (cortando o estirando sus cuerpos) a todos los sujetos objeto de su investigación. Dicen también, que al concluir su tarea comunicó el resultado de su experiencia diciendo: “todos los atenienses son igual de grandes”
Unos opinan que este mito simboliza el empeño de adaptar la realidad al deseo, o a los intereses particulares, o a un modelo teórico establecido; otros defienden que se usa para aludir a situaciones en las que alguien es víctima de la violencia y del tormento o a los que acaban siendo víctimas de la violencia que provocaron; los más ven una defensa homogeneidad en detrimento del respeto a la diversidad….
Estudios que abordan la interpretación de los mitos plantean que, por lo general, la vida de los héroes míticos es una continua travesía a la búsqueda de un mejor conocimiento sobre si mismo y sobre los comportamientos que conducen a los cambios personales y sociales. A lo largo de ella afrontan pruebas difíciles, se enfrentan a situaciones críticas y realizan un proceso de reflexión que suele terminar con el triunfo sobre las limitaciones personales y sociales. Su muerte es una metáfora que simboliza el nacimiento de una nueva persona que, -desafiando lo instituido cuando es necesario-, contribuye a transformar su vida y la realidad social en la que está inmerso; de un ser que no renuncia a su poder de reflexión, a su capacidad creadora; en definitiva, de alguien que ha derrotado la muerte que se deriva de no pensar, de pretender ampararse en la seguridad que determinados prejuicios y estereotipos proporcionan.
Estudios que abordan la interpretación de los mitos plantean que, por lo general, la vida de los héroes míticos es una continua travesía a la búsqueda de un mejor conocimiento sobre si mismo y sobre los comportamientos que conducen a los cambios personales y sociales. A lo largo de ella afrontan pruebas difíciles, se enfrentan a situaciones críticas y realizan un proceso de reflexión que suele terminar con el triunfo sobre las limitaciones personales y sociales. Su muerte es una metáfora que simboliza el nacimiento de una nueva persona que, -desafiando lo instituido cuando es necesario-, contribuye a transformar su vida y la realidad social en la que está inmerso; de un ser que no renuncia a su poder de reflexión, a su capacidad creadora; en definitiva, de alguien que ha derrotado la muerte que se deriva de no pensar, de pretender ampararse en la seguridad que determinados prejuicios y estereotipos proporcionan.
Pero también hablan de “héroes fallidos”, algunos como el gigante Procusto cuyo mito puede interpretarse como una defensa de la homogeneidad, como el poder que para muchos tienen los prejuicios y los estereotipos, el miedo al escándalo y a la opinión de los demás lo que, en muchos casos, puede condenarnos a la uniformidad, a la pérdida de lucidez, al abandono de la creatividad y la innovación y por lo tanto reprimir o inhibir el crecimiento personal y social.
Pensemos en el mito aplicado a la educación, al arte, al pensamiento, a la cultura en general,……. y a la vida.
Beckmann, Max: Quappi in Pink Jumper
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