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domingo, mayo 20, 2007

El sufrimiento de Casandra

Casandra, la hija de Príamo el rey troyano, y de Hécuba su esposa, hermana gemela de Heleno, ambos dotados con el don de la profecía. Sacerdotisa de Apolo con quién pactó la concesión del don de la profecía a cambio de su entrega; sin embargo, una vez iniciada en los arcanos de la adivinación, rechaza el amor del dios que, viéndose traicionado, la maldice escupiéndole en la boca: podría adivinar el futuro, pero aunque dijera la verdad nadie creería jamás en sus pronósticos. Y así fue: anunció la guerra contra los aqueos, pidió que no abrieran las puertas al caballo de madera regalo de los griegos… y nadie hizo caso. Vio su muerte, supo que habría de morir en manos de Clitemnestra; y no pudo hacer nada.
Ambientada en medio de las batallas desencadenadas a raíz del rapto de Helena por París, su historia es la de una persona a la que tratan con la distancia que imponía su saber. Un saber inútil ante el poder, apartada siempre, marginada por sus visiones que revelaban lo que iba a ocurrir y que todos preferían ignorar, es la historia de muchos de los temas presentes a lo largo del tiempo: “…el precio que hay que pagar por una traición, la palabra que anuncia el desastre y que nadie escucha, la postergación de la mujer, el cálculo interesado con que a veces se administran las pasiones. Y detrás, como un murmullo exasperante, el dolor, el dolor y el dolor.” (Christa Wolf).
Dolor, dolor y dolor…., ya la tragedia de Esquilo se centraba en los sufrimientos de Casandra a la que califica de: “mujer muy desgraciada y muy sabia”; sufrimiento y sabiduría unidos en la persona de la profetisa como ejemplificación de una idea que aparece en toda su obra: el aprendizaje por el sufrimiento.
Princesa Casandra de Troya