Roma: la leyenda

La fundación de la ciudad de Roma se ha situado más en el terreno de la leyenda que en el de la historia. La más antigua tradición recogida por Dionisio de Halicarnaso habla de aqueos con prisioneras troyanas en el Lacio que fundan la ciudad de Roma. La leyenda troyana recogida en la Eneida narra que Eneas, tras escapar de Ilion, desembarca en la costa del Lacio acompañado de su hijo Ascanio quién funda a la orilla derecha del Tiber la ciudad de Alba Longa en la que reinaron sus descendientes. Los hijos del último rey, Numitor y Amulio, se enzarzan en luchas dinásticas que terminan con la derrota del heredero Numitor, cuya hija Rhea Sylvia, es relegada entre las vestales. Pero ésta tuvo dos hijos gemelos del dios Marte, Rómulo y Remo, a los que Amulio ordenó abandonar en una cesta en el rio Tíber.

Rómulo y Remo sobreviven amantados por una loba y cuando descubren sus orígenes matan a Amulio devolviendo el reino a su abuelo Numitor. Éste les entregó los territorios del noroeste del Lacio, cerca de la desembocadura del Tiber, donde se localizaban las siete colinas, para que fundaran una nueva ciudad; para fijar su enclave y según el rito etrusco consultan el vuelo de las aves. Sobre el Palatino Rómulo observa doce buitres que aparecen como presagio mientras que su hermano sobre el Aventino sólo vio seis. Rómulo trazó el perímetro de la nueva ciudad en lo alto del monte Palatino haciendo un surco sagrado con un arado tirado por un buey y una vaca blancos; su hermano traspasó los límites y Rómulo le mató convirtiéndose en el primer rey de Roma. Según la tradición descrita por Tito Livio en su Ab urbe condita libri la mítica fundación de Roma por Rómulo ocurrió en el 753 a.C; fecha que también estableció Varrón. Y aunque según Plutarco hubo muchas otras versiones de la fundación de Roma, el 21 de abril del año 753 a.C. sería considerado como el dies natalis urbis Romae.

Loba capitolina