Inmigrantes/Ulises
Es una de las enfermedades del siglo XXI: el síndrome de Ulises, nombre con el que los especialistas denominan al estrés crónico y múltiple que padecen muchos inmigrantes (cerca del 50% desarrolla enfermedades o trastornos mentales a los dos o tres años de llegar a España según datos de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria). Su descubridor, el psiquiatra Josefa Achotegui, Profesor Titular de Técnicas de Psicoterapia de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona y Director del Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados la define como “una situación de estrés límite, con cuatro factores vinculantes: soledad, al no poder traer a su familia; sentimiento interno de fracaso, al no tener posibilidad de acceder al mercado laboral; sentimiento de miedo, por estar muchas veces vinculados a mafias; y sentimiento de lucha por sobrevivir". Este síndrome se desencadena por varios factores, entre ellos, la sensación de pérdida que experimenta la persona al abandonar el país de origen (duelo migratorio) donde deja a la familia y los amigos-; por tener que desenvolverse en una cultura y una lengua distintas; por las dificultades en encontrar trabajo o por desempeñar uno muy inferior en cualificación profesional; el miedo a enfrentarse a los cambios cuando regrese...Entre sus síntomas -que son tanto psicológicos como fisiológicos-, destacan confusión, llanto, tristeza, ansiedad, insomnio, cuadros delirantes, crisis de pánico, deseos de morir, irritabilidad, cefaleas, fatigas…
El nombre que se ha dado a este trastorno mental tiene su origen en el paralelismo establecido entre el difícil viaje que realizan los inmigrantes en busca de una vida mejor, y el de Ulises (nombre latino de Odiseo), héroe de la Odisea, luchando contra las adversidades, lejos de sus seres queridos, con sus naufragios y sus sufrimientos cuando inicia el difícil y largo regreso a Itaca, de la que, cegado por la melancolía y con el corazón desgarrado, había partido 10 años antes.
“…pero no halló al magnánimo Odiseo, que estaba llorando en la ribera, donde tantas veces, consumiendo su ánimo con lágrimas, suspiros y dolores, fijaba los ojos en el ponto estéril y derramaba copioso llanto…” Homero, Od. V, 75.
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