Miedo/s
En la mitología griega y romana el miedo era tan poderoso que fue divinizado. Para los griegos el dios del miedo era Fobo, residía en la entrada del infierno y con su poder lograba que el enemigo se batiera en retirada y que las personas no osaran violar las normas -leyes- ni las costumbres –la moral-. Era hijo de Marte, dios de la guerra y de Afrodita, diosa del amor; convertido en heraldo de su padre caminaba siempre delante de él asustando a los humanos con los horrores de guerras venideras. El principal templo de Fobo estaba en Esparta, cerca del palacio de los Éforos, -magistrados que administraban la justicia, cobraban los impuestos y gobernaban la ciudad en ausencia del rey-, para infundirles temor y lograr que no cometieran actos indignos. Agamenón lo llevaba en su escudo y se dice que tanto héroes legendarios como Teseo, o grandes conquistadores como Alejandro, le ofrecían sacrificios para librar del miedo a sus tropas.
Los romanos comenzaron a honrar al dios del Miedo desde que Tulio Hostilio, tercer rey legendario de Roma, prometiera instaurar su culto si lo favorecía en una batalla decisiva contra los albanos. Desde entonces los romanos representaron al dios Miedo como una persona con los cabellos erizados por el terror, el rostro asombrado, la boca abierta y la mirada reflejando el espanto como si estuviera ante un peligro súbito y terrible.
Los romanos comenzaron a honrar al dios del Miedo desde que Tulio Hostilio, tercer rey legendario de Roma, prometiera instaurar su culto si lo favorecía en una batalla decisiva contra los albanos. Desde entonces los romanos representaron al dios Miedo como una persona con los cabellos erizados por el terror, el rostro asombrado, la boca abierta y la mirada reflejando el espanto como si estuviera ante un peligro súbito y terrible.
Una parte fundamental de la filosofía de Epicuro, designada como el "tetrafármaco" fue la lucha contra los cuatro miedos que atenazan y paralizan al ser humano: el miedo a los dioses, el miedo a la muerte, el miedo al dolor y el miedo al fracaso en la búsqueda del bien.
No es sólo cosa de mitos, filósofos y pensadores varios, ese dios está presente en nuestras vidas y ha acompañado a la humanidad a lo largo de la historia. José Antonio Marina inicia su última obra Anatomía del Miedo. Un tratado sobre la valentía con una cita de Hobbes que refleja claramente esta realidad “El día que yo nací, mi madre parió dos gemelos: yo y mi miedo”. Este autor nos cuenta como a pesar de que el hombre contemporáneo está mejor informado que nunca, sufre cada día el miedo al conflicto, a la violencia, al aburrimiento, a la soledad, al hundimiento de la cultura, a tomar una postura firme, a la vergüenza, a la enfermedad, a la muerte, al paro, al otro, a uno mismo, a la pobreza…; el miedo moviliza conductas y lo han utilizado todos aquellos que han querido dirigir y manipular al ser humano. Constata como las reacciones más habituales ante el miedo son la huída, el ataque, la inmovilidad y las conductas de sumisión, conductas estas últimas que los seres humanos ponemos en marcha sobre todo en los problemas domésticos... Pero no se debe confundir miedo con cobardía, “una cosa es la capacidad de sentir miedo, y eso no lo podemos dominar, y otra es actuar con cobardía, y eso si entra bajo el domino de la conducta, de aquello que podemos controlar”. La valentía es el fruto del ejercicio de la libertad, de la conciencia y de la determinación, “es el origen de la vida ética; la inteligencia se despliega cuando se enfrenta al miedo y no se deja dominar”.
Todavía queda esperanza.
Todavía queda esperanza.
Magritte, Rene: Golconda
1 Comments:
Hay un dicho popular en mi tierra que dice "la experiencia es la madre de la ciencia".
Gracias por tu comentario
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