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sábado, marzo 25, 2006

Inspiración: ¿dónde estás hoy?

Llevo un rato en el ordenador intentado hilar un texto con un mínimo de coherencia. Pero es uno de esos días en el que” los hados” no parecen serme propicios para tal menester. A ver, esto de escribir así como forzada suena a los próceres literarios que escribían por encargo de sus mecenas, como, por ejemplo, cuando Lope de Vega loaba al Duque de Alba, que le pagaba a razón del número de versos compuestos.
Si a esto se le añade saber que otros dicen mejor lo que yo intento decir, o que ya ha sido dicho con mejor acierto y fortuna, con más oficio...pues podréis entender que ande una más bien flojilla en estas lides.
Pero, antes de iniciar otra tarea, escribiré algo, con la esperanza de que resulte como al gran Lope, citado al inicio, que compuso un soneto mientras componía un soneto. Así, también yo espero poder decir: "vaya, ya he escrito algo hoy".
Pero creo saber con bastante certeza que eso no logrará satisfacer las expectativas de aquellos, pocos, que leéis algo escrito por mí y acabaríais diciéndome que no me atreva en lo sucesivo a intentar engañaros con cuentos tan burdos que acaban sonrojando a quien los escribe aún más que a quien los lee.
Podría dejarlo aquí, ¿no?. Pero sé que no es eso, que tendría que hacer más. Mas ¿qué?, ¿más chispa?, ¿más ingenio?, ¿más oficio?, ¿mejor técnica?...Sospecho que a estas alturas de la película lo lógico sería escribir un párrafo sublime, un verso inaudito, una metáfora deslumbrante. Y yo pregunto: ¿de dónde sale eso? Otros serán capaces, dudo cada vez más que yo lo logre. Ya ven ustedes , señores, que hoy no damos para mucho, que la pólvora va ya enmohecida y no hay yesca que chiscar, para que nos vamos a engañar...al fin y al cabo la retórica no es más que el engañoso papel de celofán que envuelve, en apariencia radiante, un pobre regalo mal disimulado. Os imagino ya cansados de leer tantas memeces y pensando si voy a estar todo el tiempo escribiendo línea tras línea para justificar mi poca inspiración a la hora de escribir , o, por el contrario, si vuestros ojos tendrán la dicha de encontrar unas tras otras palabras conjuntadas con un cierto gusto. Pero siempre quedará la duda: ¿palabras que te gustan a ti? ¿palabras que me gustan a mí? No es tan fácil como veis escribir algo sustancioso. Al menos, no lo es hoy. Lo dejaré, pues, para otro día.