Los inicios de la medicina en Roma
César a Cleopatra:
“...Me dices que vuestra ciencia médica egipcia es diez mil años más antigua que la nuestra, y que los romanos somos unos niños. Sí, sí, pero...Debo hablarte severamente: vuestros doctores tienen diez mil años de insensatez. Piensa, piensa por un instante en lo que es la medicina. La mayoría de los médicos son impostores. Cuanto más viejo y más venerado es un médico, tanto más ha de simular que lo sabe todo. Es natural que se pongan peores con el tiempo…” (Thornton Wilder. Los idus de marzo)
La medicina en Roma tuvo unos inicios básicamente religiosos heredados en parte de los etruscos; relacionada con lo sobrenatural, conservó su popularidad hasta después de la caída del Imperio. Un templo a Dea Salus se alzaba en los altos del Quirinal; esta deidad reinaba sobre cada una de las divinidades especiales ya que, existía una casi para cada enfermedad o síntoma: Febril, Uterina, Lucina, Fessonia, etc..
Cuenta la leyenda que en el año 293 a.C. una plaga asoló Roma. Los ancianos consultaron los libros sibilinos y la respuesta fue que debían solicitar ayuda al dios griego Asclepios por lo que enviaron un navío en su busca. El dios aceptó y en forma de serpiente llegó a Roma instalándose en la isla de Tiber. La plaga, por supuesto, desapareció y los romanos le construyeron un templo dando a ese dios el nombre de Esculapio.
La medicina propiamente dicha se introdujo tardíamente, hacia el siglo III a.C. A Roma fueron llegando paulatinamente médicos grecoalejandrinos formados en su mayoría a partir de las antiquísimas experiencias egipcias. No estaban bien vistos en sus inicios y despertaron frecuentemente sarcasmos y ácidas críticas. Plinio El Viejo dice que la antigua Roma era “sine medicis….nec tamen sine medicina” (saludable sin médicos pero no sin medicina). También recoge en sus textos que esa “moda griega” es palabrería destinada a esquilmar el bolsillo de los ingenuos.
Marco Catón apunta: “cuando esta raza nos transmita su literatura corromperá todo y sobre todo si nos envían a sus médicos. Se ha juramentado para asesinar a todos los extranjeros con su medicina, y es lo que van a hacer…” ( Martínez Saura, F. La medicina romana).
En el año 219 a.C Archágathus se convierte, al parecer, en el primer médico que ejerció su oficio en Roma; más tarde llegó Asclepiades de Prusa como profesor de retórica pero, decidió probar suerte con la medicina aunque no tenía ninguna formación específica. Tuvo gran éxito y solía recomendar para atajar los males: reposo, masajes, gimnasia, hidroterapia, vino y música para la fiebre, etc…oponiéndose a sangrías y medicamentos. Aulio Cornelio Celso ,de quien se dice que no era médico, escribió De Re medica- que forma parte de su obra enciclopédica De artibus -, una compilación del conocimiento médico de la época; la dividió en tres partes según la terapéutica utilizada: dietética, farmacéutica y quirúrgica. Menciona muchas causas para las enfermedades como por ejemplo: las estaciones, el clima, la edad del paciente… y para cada uno de los padecimientos que describe recomienda diversas medidas del tipo de : ejercicio moderado, abstenerse de relaciones sexuales y bebidas embriagantes, etc. También hubo mujeres médicas como Metrodora, Filista, Origenia y Antioquia, por ejemplo.
Pero quizás fue Galeno de Pérgamo el médico de mayor renombre. Cirujano de gladiadores, gran anatomista (practicó vivisecciones, sobre todo en cerdos y monos, trasladando sus observaciones al organismo humano), a él se debe una de las obras más sistemáticas y completas de la ciencia médica de su tiempo. Recogía las plantas curativas y mediante complejas mezclas preparaba sus remedios. Se cuenta, por ejemplo, que uno de sus medicamentos, conocido como "triaca" o "teriaca" constaba de al menos 70 ingredientes y pretendía ser una especie de antídoto universal para venenos y para el tratamiento de múltiples enfermedades. Este remedio permaneció vigente hasta el siglo XIX, siendo debida su popularidad al hecho de contener opio.
Los romanos usaban gran variedad de instrumentos quirúrgicos, utilizaban métodos antisépticos (hervían el instrumental y lavaban las heridas con acetum) y usaban contra el dolor ungüentos y plantas medicinales. A ellos se debe también la construcción de los grandes hospitales, las obras sanitarias (acueductos, alcantarillas, baños públicos), la legislación de la práctica y de la enseñanza médica y el gran desarrollo de la cirugía, especialmente la militar.
“...Me dices que vuestra ciencia médica egipcia es diez mil años más antigua que la nuestra, y que los romanos somos unos niños. Sí, sí, pero...Debo hablarte severamente: vuestros doctores tienen diez mil años de insensatez. Piensa, piensa por un instante en lo que es la medicina. La mayoría de los médicos son impostores. Cuanto más viejo y más venerado es un médico, tanto más ha de simular que lo sabe todo. Es natural que se pongan peores con el tiempo…” (Thornton Wilder. Los idus de marzo)
La medicina en Roma tuvo unos inicios básicamente religiosos heredados en parte de los etruscos; relacionada con lo sobrenatural, conservó su popularidad hasta después de la caída del Imperio. Un templo a Dea Salus se alzaba en los altos del Quirinal; esta deidad reinaba sobre cada una de las divinidades especiales ya que, existía una casi para cada enfermedad o síntoma: Febril, Uterina, Lucina, Fessonia, etc..
Cuenta la leyenda que en el año 293 a.C. una plaga asoló Roma. Los ancianos consultaron los libros sibilinos y la respuesta fue que debían solicitar ayuda al dios griego Asclepios por lo que enviaron un navío en su busca. El dios aceptó y en forma de serpiente llegó a Roma instalándose en la isla de Tiber. La plaga, por supuesto, desapareció y los romanos le construyeron un templo dando a ese dios el nombre de Esculapio.
La medicina propiamente dicha se introdujo tardíamente, hacia el siglo III a.C. A Roma fueron llegando paulatinamente médicos grecoalejandrinos formados en su mayoría a partir de las antiquísimas experiencias egipcias. No estaban bien vistos en sus inicios y despertaron frecuentemente sarcasmos y ácidas críticas. Plinio El Viejo dice que la antigua Roma era “sine medicis….nec tamen sine medicina” (saludable sin médicos pero no sin medicina). También recoge en sus textos que esa “moda griega” es palabrería destinada a esquilmar el bolsillo de los ingenuos.
Marco Catón apunta: “cuando esta raza nos transmita su literatura corromperá todo y sobre todo si nos envían a sus médicos. Se ha juramentado para asesinar a todos los extranjeros con su medicina, y es lo que van a hacer…” ( Martínez Saura, F. La medicina romana).
En el año 219 a.C Archágathus se convierte, al parecer, en el primer médico que ejerció su oficio en Roma; más tarde llegó Asclepiades de Prusa como profesor de retórica pero, decidió probar suerte con la medicina aunque no tenía ninguna formación específica. Tuvo gran éxito y solía recomendar para atajar los males: reposo, masajes, gimnasia, hidroterapia, vino y música para la fiebre, etc…oponiéndose a sangrías y medicamentos. Aulio Cornelio Celso ,de quien se dice que no era médico, escribió De Re medica- que forma parte de su obra enciclopédica De artibus -, una compilación del conocimiento médico de la época; la dividió en tres partes según la terapéutica utilizada: dietética, farmacéutica y quirúrgica. Menciona muchas causas para las enfermedades como por ejemplo: las estaciones, el clima, la edad del paciente… y para cada uno de los padecimientos que describe recomienda diversas medidas del tipo de : ejercicio moderado, abstenerse de relaciones sexuales y bebidas embriagantes, etc. También hubo mujeres médicas como Metrodora, Filista, Origenia y Antioquia, por ejemplo.
Pero quizás fue Galeno de Pérgamo el médico de mayor renombre. Cirujano de gladiadores, gran anatomista (practicó vivisecciones, sobre todo en cerdos y monos, trasladando sus observaciones al organismo humano), a él se debe una de las obras más sistemáticas y completas de la ciencia médica de su tiempo. Recogía las plantas curativas y mediante complejas mezclas preparaba sus remedios. Se cuenta, por ejemplo, que uno de sus medicamentos, conocido como "triaca" o "teriaca" constaba de al menos 70 ingredientes y pretendía ser una especie de antídoto universal para venenos y para el tratamiento de múltiples enfermedades. Este remedio permaneció vigente hasta el siglo XIX, siendo debida su popularidad al hecho de contener opio.
Los romanos usaban gran variedad de instrumentos quirúrgicos, utilizaban métodos antisépticos (hervían el instrumental y lavaban las heridas con acetum) y usaban contra el dolor ungüentos y plantas medicinales. A ellos se debe también la construcción de los grandes hospitales, las obras sanitarias (acueductos, alcantarillas, baños públicos), la legislación de la práctica y de la enseñanza médica y el gran desarrollo de la cirugía, especialmente la militar.
Fotografía: Galeno ejerciendo como médico de gladiadores(mural)
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