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domingo, febrero 19, 2006

Por un ocio activo

Llamaron los romanos ocio el tiempo distinto del neg-ocio, es decir, el tiempo que queda fuera de las actividades propias de la vida profesional y laboral, el tiempo que nos queda “fuera del trabajo” .
Las sociedades contemporáneas - al menos en el mundo occidental al que pertenecemos- se van caracterizando por la reducción de la jornada laboral, de modo que el tiempo disponible para el ocio es cada vez mayor. A menudo, el neg-ocio nos exprime tanto con continuo ajetreo estresante que el desconectar y disfrutar de espacios de ocio no sólo es bueno sino necesario para garantizar una vida sana y equilibrada.
Importa, pues, llenar ese tiempo de ocio. Pero el punto de partida no debe ser ya el ocio, sino la calidad del ocio, o un ocio de calidad contrapuesto al “dolce far niente” . Por ello se trata de llenar ese tiempo no en no hacer nada, sino en apostar por un ocio activo y, es competencia de los poderes públicos y las distintas instituciones ofertar oportunidades para un ocio creativo . Es necesario enseñar y aprender a mirar un cuadro, ver una película, leer un libro, escuchar una melodía, asistir a un concierto o gozar un poema...Debemos ser un público más exigente y no conformarnos únicamente con “panem et circenses”. A una sociedad desarrollada corresponde una sociedad madura en todas sus manifestaciones, también cuando hablamos de ocio.
Sería deseable que no desaprovecháramos las oportunidades que pasan por delante de nuestros ojos. ¿A quién podríamos entonces echar la culpa si no a nuestra propia necedad?
Toute la ville en parle. Le chat noir
Eduardo Arroyo

2 Comments:

Blogger el cazurro ilustrado said...

Hola Macla en las sociedades rurales, el ocio tenía sentido como no-trabajo, es decir, como pausa o descanso para recuperarse y volver a trabajar. El ocio era un concepto vinculado al trabajo y al esfuerzo, pero negativamente. Estar ocioso significaba algo peyorativo, emparentado con la pereza y, por tanto, estaba mal visto. Se toleraba estar descansando despues de un gran esfuerzo, para poder así reanudar la tarea con eficacia, pero estar largos tiempos sin hacer nada no se consentía ni siquiera en los niños. Siempre había lago que hacer y el que no lo hacía estaba eludiendo sus responsabilidades. Cuando había ocio, no había negocio. Había una vinculación intencionada entre el ocio y el vicio, por eso decían que ”la ociosidad era la madre de todos los vicios”.

7:42 p. m.  
Blogger macla said...

Magc: No se puede quitar la razón a quien la tiene y ciertamente tu análisis es impecable. Por fortuna las sociedades evolucionan y las realidades son cambiantes. Por ello aunque siguen utilizándose expresiones del tipo "El ocio no quede impune, quien no trabaje que ayune", el trabajo y el ocio están siendo en todos los contextos dos actividades necesarias, compatibles y complementarias.
Maclama

4:12 p. m.  

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