Desertización
Hace ya unos meses que un informe del Centro Hadley para la Predicción y las Investigaciones sobre el Clima nos aseguraba que en el año 2100 un tercio del planeta será un desierto ya que las previsiones indican que el índice de sequía grave -que se sitúa actualmente en un 8% de la superficie terrestre-, a principios del próximo siglo será de un 40% y el de sequía extrema -que es de un 3%-, pasará a un 30%.
Un informe de WWF/Adena asegura que España es el país de Europa con más riesgo de desertización y que actualmente casi el 30% de la superficie total de España presenta “situación de desertización real”. No es una información nueva, continuamente se nos dan “toques de atención” sobre esta cuestión, por ejemplo, la Dirección General de Medio Ambiente de la UE ha advertido de que es probable que a mediados de siglo la escasez de agua y las altas temperaturas pueden acabar convirtiendo a España, Grecia e Italia en zonas desérticas; numerosos científicos han levantado la voz de alarma indicando que a finales de siglo en el suroeste de la península la lluvia podría reducirse en un 80%; un estudio elaborado por el panel de expertos de la ONU sobre el impacto en Europa del cambio climático advierte de que uno de los problemas a los que se tendrá que enfrentar Europa en los próximos años es la escasez de recursos hídricos hasta el punto de que un 35% de la superficie europea estará afectada por la sequía… y así podríamos seguir y seguir.
Y así seguiremos, haciendo “oídos sordos” y “cerrando los ojos” ante una realidad cada vez más evidente, como si afectara a otros, tranquilos e irresponsables, discurso tras discurso, palabra tras palabra… pero hechos: pocos.
Y así seguiremos, haciendo “oídos sordos” y “cerrando los ojos” ante una realidad cada vez más evidente, como si afectara a otros, tranquilos e irresponsables, discurso tras discurso, palabra tras palabra… pero hechos: pocos.
Fotografía: Desierto de Atacama
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